A la roedora de los altos bosques que visitó mi memoria:
cortando la semilla que inunda los arboles, de dia,
de noche, recogiéndose todo a su paso desolador


A la que las palabras rozó, dejando esa huella inquebrantable:
fabricando sueños en pueriles intenciones olvidadas.



Ella buscó más que palabras,
más que el paso iluminado de cada mañana
como testimonio viviente de la afrenta.

No fueron ni el son ni el tranvía suficientes
ni locura, ni declaración,
de engalardonados de ceremoniosos.

Su paso bifurcó,
en busca y captura de un anhelo,
Abriase paso al andar,
en un plaza victoriosa,
se le vió entre la cuadrilla solar,
en ese virtual testimonio,
"A LOS QUE TIÑEN MI VIDA DE COLORES".
...Desde lo mucho y poco
eterno e imperecedero.

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